Entre los dos barrios corre un pequeño río llamado Río Molinos, más conocido como La Rivera, y su nombre viene por la abundancia de molinos que en la época de lluvia, eran movidos por su agua almacenada en presas, y de los que todavía se conservan algunos restos que pueden visitarse. Siguiendo el río, podemos contemplar la abundancia de árboles, huertas y praderas.
Otra característica que hace particular al pueblo es La Torre. Se trata de una enorme roca de unos 20 metros de altura a la que se puede acceder, y en la que, en la parte más alta, está situada La Ermita de San Cosme y San Damián. En ella exiten algunos restos de pinturas muy antiguas que todavía permanecen en sus paredes y en la roca donde se aposenta hay varias pilas comunicadas entre sí y símbolos que indican que ese lugar fue un santuario donde se celebraban ritos y tal vez sacrificios anteriormente al Cristianismo. Como en otros muchos lugares, el Cristianismo utilizó éste para edificar la pequeña ermita dedicada a San Cosme y San Damián, y desde allí, vigilar las entradas del pueblo.
Para llegar a la Iglesia hay que pasar por un puente construido en la época de los romanos. La calle que va desde el puente romano hasta la Iglesia, fue una calzada romana y prueba de ello son las losas de piedra que todavía podemos ver en el suelo de parte de la calle. Se han encontrado también varias estelas romanas que confirman la antigüedad del pueblo.
La Ermita de Santa Bárbara y Santa Catalina está situada en el centro actual del pueblo, presidiendo la plaza amplia donde sigue estando la escuela. En esta ermita, se celebra una misa en la fiesta del Ofertorio en septiembre. Su pared septentrional, configurada para la ocasión, hace de frontón del pueblo.
Tanto en el pueblo como los alrededores, hay abundantes rocas graníticas con formas redondeadas y en curiosas posiciones, que junto con la abundancia de valles y praderas, proporcionan al visitante hermosas y variadas vistas a través de rutas y caminos. Destaca una roca situada a 1 kilómetro del pueblo y cerca del curso del La Rivera, que es llamada Casa de los Moros. Aquí, según los últimos estudios, vivieron algunas familias primitivas utilizando sus cuevas. También aquí hay algunas pilas comunicadas y marcas antiguas en la roca. Junto a ella, se encuentran multitud de rocas con diversas formas, como por ejemplo Las narices de peña Lucía.
Quizás lo más característico de esta zona son las cortinas, pequeñas parcelas de tierra de cultivo cercadas exclusivamente con paredes de piedra colocada de una determinada forma. Esto da unas características muy particulares al paisaje de Sayago, que lo hace diferente a cualquier otro lugar. Merece la pena verlo.